si cada terraza tuviera
de momento
alguien asomado
unos a otros
elevarían sus voces
de tono y altura
para declarar
la ciudad
a nuestros pies
descansa
y nadie
desde ningún balcón aledaño
podría menos que negarlo
mas
los balcones aún no amanecen y
las terrazas no
exhiben más que trapos blancos
que flamean como
banderines urbanos
de paz
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