con la
bufanda suelta, puesta así nomás
como
quien a esta altura del año no puede menos que desconfiar del invierno
entró,
saludó y lo llamó por su nombre,
ese
nombre que todos en el barrio conocen
preguntó por
el resultado de la nacional
preguntó
y dijo, a ver si alguna vez la suerte se digna a venir pa´milado
vamos,
dijo él, vamos a ver si hoy es el día
(aunque
en realidad del día sólo quedaba la sensación perdida de un lunes)
sostuvo
unos papeles,
sopa de
números, código secreto de suerte y providencia
acá, acá!
dijo, con
una alegría que a ambos lados del mostrador sonó sincera
acá están
tus tres sietes, dijo
ella
apenas si dibujó esa mueca
esa mueca
de cuando la alegría no sabe si reír o llorar
se vino,
se vino, se vino pa´milado!
qué
bueno, qué bueno, dijo y le recordó que a él esos números
siempre le cayeron en gracia
yo te
dije! yo te dije que los sietes son cosa seria!
tantos
años insistiendo,
como
suponiendo que a fin de cuentas el destino siempre premia
o a los
pobres o a los perseverantes,
vení,
vení, vení que te doy el premio
pero algo
no quiso ir
qué anda
pasando?
mis tres
sietes, mis tres sietes, el regalo pa´
minieto,
tantos años de quinielas bajo cero
no, dijo
él, y la llamó por su nombre,
ese
nombre que nadie en el barrio conoce
me fijé
mal, habrá sido mi emoción o mi torpeza, no sé;
tus
sietes fueron de la provincial
(como si
la suerte fuera suerte cuando se tiene casi)
no
importa, y se acomodó la bufanda
no
importa, al menos fue un minuto de felicidad
que la
verdá
con lo
que está escaseando, no es poca cosa
sonrieron
juntos,
al final,
te compraste un traje con dos pantalones
y se te
rompió el saco
y
volvieron a sonreír
juntos.
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