lunes, junio 25

los astronautas


aunque el espacio donde los astronautas bailan  
sea un espacio donde no existe espacio para nada
porque mucho más que espacio -en tanto espacio-
es ciertamente nada -en tanto nada-
irrefutable es la paradoja del infinito donde
teniendo todo el espacio -en tanto lugar- del mundo
(y pensar que mundo llamamos apenas al nuestro)
no hay nada -en tanto vacío-, excepto nada,
aunque eso hay de sobra

los astronautas son, ante todo, esos trajes que llevan

los movimientos en cámara lenta
la primer pisada y la audiencia expectante
la esperanza de que lleguen salvos y sanos
¿a quién le importa, a fin de cuentas, si hay o no cuerpos dentro?


girando al compás del silencio absoluto
con atuendos gigantes, ahí van
 muñecos burdos flotantes

pero apenas consiguen simular un vals que ya nadie ve,
vals de astronautas, además

ya ningún niño sueña con ser astronauta cuando sea grande

pasaron más de cuarenta años
            (tanta modernidad y los trajes apenas si cambian)
y ya nadie los filma
y ya nadie los espera
y ya nadie cree en ellos

que en realidad no sea todo un juego de ficción

hombres extraños esos
hombres que deciden
escapar de este redondo giratorio humeante teatro
(ése que tantos creen el único)
y atravesar la nada escondidos en cápsulas que resisten
calor, frío, tiempo y espacio
hombres encapsulados
hombres disfrazados
hombres olvidados

los astronautas

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