viernes, septiembre 10

mientras los discursos se den con lluvia

las baldosas del patio tiemblan,
una santa rita aplicada y el coronel
con sus exasperados gritos, esos rostros
rígidos y atormentados por el acné
además, la lluvia constante.

el cataclismo de una época
y de ese mediodía, la niñez escondida
traspapelada entre los uniformes de los adultos
los huesos alineados y tiritando
y la espera del timbre para el almuerzo.

el mediodía torrencial y el silencio de las insignas,
la tropa no comprende pero
igual hace como que, el coronel grita y
hasta los perros del cuartel saben que exagera porque
el drama es mutuo:

todos marcialmente actúan.



jueves, septiembre 2

aquellas tertulias musicales de hace tanto

con los oídos arrugados de tanto hablar
nos sentábamos al fin a escuchar
todos aquellos discos revolucionarios,
a intentar definir si el escaramujo
era del mar o de la rosa o de quién,
a intentar imitar ingenuamente al menos un estribillo,
en eso se nos iba toda la madrugada,
aunque de a ratos leíamos algún libro
de esas materias anuales o de esos apuntes diarios
y además, ese amor cubano
(ay, esa época de amores sin división política)
¡quién nos hubiera advertido que el trampolín de los 20
nos haría saltar hasta esta época!
entonces una vez,
nos miramos en el espejo de casiopea
como siempre, entonamos inocentes y bitonales
y mientras uno comprimía la cuerda más grave
y exageraba ese ruido intersticial entre nota y nota
el otro desconfiaba de lo crudo, de lo torpe que sonaba
detuvimos la presentación fantasma del dúo
dudamos (es decir, estábamos creciendo), de ese golpeteo
nos balancemos una y otra vez
sobre aquel puente colgante que separa al sol del do
hasta que al fin lo supimos:
ese sonido era deliverado,
descubrimos que la belleza entonces podía ser imperfecta,
(o lo perfecto era otra cosa)
creo que lo dijiste vos, o yo
no sé bien

luego
la escalera,
las puntas de pie,
el mitin de cada madrugada,
lo absurdo de los dedos engrasados
la víspera del examen menos importante