se despidieron diciéndose nada,
bueno que estés bien y un saludo,
sí yo también, cualquier cosa te llamo
entonces un día un café, dale un día,
corte, suspiro y con esa sensación
de charla inconclusa, de embotellamiento de palabras
se mira las manos y cuenta 9 causas para
no marcar redial, pero algo del álgebra o la anatomía
hace que le sobre una razón,
para el resto, la secuencia lógica:
ese dedo (con el que luego se señalaría),
el tono siempre afinado en la,
el carraspeo innecesario,
la loción capilar para no arrepentirse,
el trampolín y el salto ornamental.
¿vos de nuevo?, qué bueno que llamaste
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