hace siglos
un joven músico escribió un soneto
que luego un anónimo señor
con dedos de artesanía
compactó en una caja
entonces un anciano después
con acuarelas primarias
la pintó lado y lado para que
una mujer rítmica altruista
presione ahora ese botón púrpura oval
y logre que este niño con cara de adulto
(un poco por las luces que centellean
un poco por las melodías del tiempo)
de a ratos se olvide de llorar
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