martes, agosto 25

la incompletud de los cafés porteños

las ventanas ofrecen gente que pasa y mira
los mozos atentos, metódicos, discretos
el café caliente y su espuma fría
la incomprensible numeración de las mesas
la lectura solitaria del suplemento cocina
los libros, apuntes y poemas
la única rutina en pie de la viuda enlutada
la música a veces incomprensiblemente chillona
los espejos para dar la sensación de café antiguo
el armado de mesas, manteles y cubiertos para la cena
las lágrimas de la novia abandonada a su suerte
los teléfonos inalámbricos y los gritos extrovertidos
el aburrimiento de quien lleva la cuenta de las monedas
el tostado y la gaseosa del señor recién divorciado
y el saltamonte enojado por la falta de pelotero

2 comentarios:

malena dijo...

ay la espuma fría, es terrible.

mary dijo...

tanto ruido y cuanto gris.. la unica pausa agradable parece ser la ventana al mundo mudo