recuerdo lo que me contaste
de una fiesta entre montañas,
del color de las plantas cuando amanece,
de cómo el agua las fragmentaba en mil gotitas,
colores y música perdiéndose allá lejos,
y vos, con tus ojos más gigantes que nunca
bailabas y yo, con los míos vueltos miniatura,
sentado entre millones, te hablé de luces,
de un mar violeta, amarillo y verde,
así como un gran capricho cromático
del dios de esas noches donde
la arena se vuelve una gran alfombra
y si bien no todas las noches suceden en una playa
ni siempre las plantas amanecen haciendo equilibrio entre gotitas,
algunas están llenas de música viva,
de besos flotando en un sinfín de camperas verdes con rayas amarillas
y qué curioso, casi sin quererlo contamos
veintisiete, vientisiete camperas, entendés,
son muchas camperas verdes, verdes como
mi mar, tus ojos, aquellas plantas y estas aceitunas
2 comentarios:
que rico, aceitunas negras.
podrías escribir un febrero de algún color.
así, como había sido 'octubre naranja'
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