alguna vez hablé
de las señoras del pasillo
y dije que ellas hablan,
saben y comentan
de todo cuanto pasa en el
edificio y no va a ser cosa,
que recién, cuanto mucho
lo que dura esta canción
que tan bonitamente imita a la vida,
que voy en busca de agua
para mi? dice la planta mientras sigue resucitando
para mí, digo yo
y mientras sostengo ambas manos bajo la canilla de la cocina
miro el chorro y veo cómo su anorexia acuática
no se decide a salir del todo
hasta que, asumiendo sin ganas su ineptitud,
tres gotas pausadas caen
tic tic tic
pero la cuarta, enfática, dice basta, tac
se acabó el agua del planeta doméstico
y ahora? digo yo
y ahora yo me tomo la que me ofreciste la otra noche, dice la planta,
abro la puerta palier y el viento que siempre duerme en mi casa
(debe esconderse tras el sillón,
un día me voy a fijar) se despierta,
con un pie salgo pero con el otro me quedo trabando
(no vaya a ser cosa la correntada),
salgo al pasillo con una duda atragantada
y las manos con aceite
disimulo, me hago el que busco por el piso
un papel, las llaves, algo volátil,
desinteresado, pregunto
señoras?
ustedes también sin agua?
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